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En las últimas décadas, la prevalencia del estrés ha aumentado significativamente en la población europea y americana. El estrés y la ansiedad pueden aparecer por varios factores. Las presiones vinculadas al trabajo o la conciliación de la vida laboral y personal pueden resultar difíciles y aumentar los niveles de estrés en muchas personas.

Los factores personales como problemas familiares, traumas pasados, dificultades financieras y acontecimientos importantes (por ejemplo, el duelo o un divorcio) también pueden contribuir a la ansiedad y el estrés. Además, los factores ambientales como la contaminación, el ruido y el cambio climático pueden agravar estos trastornos e intensificarlos aún más.

Procesos biológicos del estrés y la ansiedad, y consecuencias para la salud

El estrés y la ansiedad tienen bases biológicas complejas. Cuando una persona se enfrenta a un factor estresante, el cerebro reacciona desencadenando una serie de respuestas fisiológicas: libera hormonas, en particular el cortisol y la adrenalina, que preparan al cuerpo para reaccionar ante la situación. El cortisol aumenta la disponibilidad de energía en el cuerpo, lo que permite a la persona hacer frente al problema. Por su parte, la adrenalina acelera la respiración y el ritmo cardíaco ante una posible reacción. Estas respuestas biológicas a menudo se denominan «de lucha o huida», porque preparan al cuerpo para luchar o huir de la situación estresante.

El problema es que, cuando el estrés es crónico, estas respuestas biológicas constantes pueden tener efectos perjudiciales sobre la salud física y mental. El estrés y la ansiedad se asocian con un mayor riesgo de sufrir trastornos cardiovasculares. Ambos pueden alterar el sueño y provocar trastornos como el insomnio, que a su vez empeoran los problemas de salud mental. Las enfermedades gastrointestinales también pueden verse agravadas por el estrés. Además, el sistema inmunológico puede debilitarse debido al estrés crónico, lo que aumenta el riesgo de infecciones. Mentalmente, el estrés y la ansiedad pueden contribuir al desarrollo de trastornos del estado de ánimo, por ejemplo, la depresión.

Soluciones para combatir el estrés y la ansiedad

Las soluciones conductuales son fundamentales para gestionar el estrés y la ansiedad. La terapia cognitivo- conductual (TCC) es un enfoque que suele utilizarse para ayudar a las personas a identificar y cambiar los patrones de pensamiento negativos y las conductas disfuncionales asociadas al estrés y la ansiedad. La TCC ayuda a las personas a desarrollar estrategias de acción más eficaces y a cambiar sus respuestas ante el estrés. Las técnicas de relajación, como la respiración profunda, la meditación y el yoga, también reducen los niveles de estrés y dan prioridad a la sensación de calma. El ejercicio regular promueve la liberación de endorfinas, unas sustancias químicas naturales del cerebro que mejoran el estado de ánimo y reducen la ansiedad. Por ello, se recomienda buscar una actividad física agradable e integrarla en la rutina semanal.

La suplementación nutricional también puede ser útil para gestionar el estrés y la ansiedad. Los estudios han demostrado que algunos nutrientes y plantas tienen efectos beneficiosos. Un ejemplo de ello es el azafrán, una especia derivada de la flor Crocus sativus, que ha sido estudiada por sus propiedades relajantes. Los estudios clínicos han demostrado que los suplementos de azafrán reducen el estrés y la ansiedad. Asimismo, se ha analizado la rodiola, una hierba adaptógena, por sus beneficios en la reducción del estrés y la ansiedad. Muchos estudios clínicos han demostrado que los suplementos de extracto de rodiola modulan la respuesta al estrés y mejoran la capacidad del organismo para adaptarse a situaciones complejas.

El estrés y la ansiedad son problemas de salud cada vez más frecuentes en la población europea y americana, a pesar de sus consecuencias en la salud física y mental. Su prevalencia ha aumentado debido a las presiones de la vida moderna y los acontecimientos mundiales recientes. Tomar medidas para controlar y reducir el estrés es esencial si queremos mantener nuestro bienestar general. Las soluciones conductuales como la terapia cognitivo-conductual, las técnicas de relajación y el ejercicio físico suelen ser útiles para gestionarlos. En cuanto a las soluciones nutricionales, los suplementos de azafrán y rodiola han demostrado sus beneficios a la hora de combatir el estrés. Un enfoque integral y personalizado con estrategias conductuales y nutricionales suele ser la forma más eficaz de controlar el estrés y la ansiedad.

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